Inspira... expira; inspira... expira...

Ya nos lo sabemos, ¿verdad? Es un básico de cualquier ejercicio físico y algo que nos enseñan desde pequeños. Pero, ¿qué pasa cuando algo fisiológico nos impide respirar correctamente?

Cuando existe una obstrucción de las vías nasales (por inflamación de las mucosas, desviación del tabique, malformaciones, pólipos, etc.), y la respiración tiene que ser irremediablemente por la boca, el oxígeno no llega correctamente a nuestros músculos, por lo que se reducirá el rendimiento deportivo.

Estas obstrucciones pueden ser transitorias, como por ejemplo, un constipado o una alergia, y este proceso temporal, nos obliga a respirar por la boca, y podemos empezar a incorporar este mal hábito de pésimas consecuencias.

Pero, por si fuera poco, la respiración oral durante el crecimiento de un niño puede traer, además, otras consecuencias:

• A nivel bucofacial se produce un desarrollo anormal de los maxilares y cara: las arcadas dentarias serán más estrechas debido a que, al tener la boca abierta para respirar, la lengua descenderá haciendo que el paladar no se desarrolle adecuadamente. Además, los dientes sufrirán diversas alteraciones y pueden conllevar a que dificulten que el niño pueda cerrar los labios con normalidad.

• A nivel general puede afectar al nivel de concentración de oxígeno en sangre. Esta respiración oral disminuye la capacidad pulmonar, consiguiéndose una respiración más superficial y menos profunda. Afecta también a la calidad de nuestro sueño, que es el momento en el que nuestro cuerpo se recupera. Por supuesto que esta respiración oral, aumentará nuestro cansancio diurno y la falta de concentración en los estudios. Los casos de Apnea están muy relacionados con la respiración oral.

 

¿Cómo lo solucionamos?

En primer lugar, hay que tener en cuenta que es muy común para solucionar este problema, contar con un equipo coordinado de logopedas, dentistas, fisioterapeutas y otorrinolaringólogos.

En segundo lugar, cuando ya se han producido cambios a nivel bucofacial, habrá que recurrir a un tratamiento ortodóncico que corrija la maloclusión.

Por último y lo más importante, es que el paciente, debe estar volcado con su tratamiento, y muy motivado, pues este problema no se resolverá de la noche a la mañana, y sin un esfuerzo por parte del equipo dentista, paciente y familia, si nos encontramos tratando a los pequeños de la casa.

A continuación, en este vídeo, puede ver como el Dr Carlos Ruiz Merello nos habla de este problema y sus posibles soluciones:

 

 

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